El Tribunal Supremo y El Inframundo


    


  Una explicación ilógica sobre lo sucedido con el impuesto de actos jurídicos documentados en las hipotecas


 El Tribunal Supremo  y sus miembros  durante muchos años han estado situados en el Monte Olimpo, pero no en compañía  de  doce dioses sino como único  ente Supremo, una deidad a los que los seres humanos  debían de honrar, respetar y someterse.
  Con la democracia, surge el Tribunal Constitucional, órgano, en ocasiones,  perturbador  de la deidad,  se pasaba de un estado monoteísta a politeísta, había que compartir la sumisión de los humanos  con nuevos dioses.

  Pero la evolución del politeísmo continuaba, aparece Europa y sus Tribunales Europeos, que se convierten en el nuevo Zeus, relegando a los antiguos en dioses menores. Estos dioses menores, , comprueban cómo los tiempos cambian; los seres humanos sumisos empiezan a dejar de serlo  y salen a la calle contra el sistema  de Deidades y Bipartidismo, incluso acampan en la Puerta del Sol.

   Los dioses se vuelven temerosos, demasiados frentes, Europa y los seres humanos; sí siguen amparando al inframundo, serán arrastrados al Tártaro  y lo que es peor, incluso tendrán que aflojar el bolsillo y pagar una moneda a Caronte.

 La solución es sencilla, dos  palabras, consumidor y ciudadano, palabras y conceptos que tenían olvidados y que renacen para dar la razón a los seres humanos. Empiezan a dictar Sentencias que años antes hubiesen sido inimaginables, defensa de consumidores y usuarios, clausulas suelo, preferentes, subordinarías,  swaps  e incluso nulidad de toques de campana.

  Un cambio radical, los dioses se humanizan,   pero el influjo del inframundo es tan fuerte que el Tribunal Supremo  considera que las clausulas suelo, son muy malas incluso nulas, pero no nulas del todo sino “nulitas”.   Reinventa los principios básicos del Derecho Civil  y deciden que la nulidad  de las clausulas suelos no es retroactiva.
  Zeus Europeo- comunitario, entra en  cólera  y  hace avergonzar al Tribunal Supremo en su  osadía inventiva, la nulidad no tiene plazo de prescripción.

  Al poco tiempo el Tribunal Supremo, Sala Civil, tras el golpe de los Tribunales Europeos entra otra vez en modo consumidor- primavera  y decide que la cláusula hipotecaria  que obliga al pago del impuesto de actos jurídicos documentados  es nula y que los bancos deben devolver  a  sus clientes el dinero que estos pagaron por dicho concepto.

  Persefone vuelve al inframundo y el invierno empieza, el Estado crea Juzgados “ad hoc” para resolver conflictos hipotecarios. Juzgados, sin medios, destinados a saturarse y con jueces salidos de la escuela de práctica jurídica, con gran carrera por delante,  y que en su mayoría contradicen a la Sala Civil del Tribunal Supremo en el tema del impuesto y  con la premisa, aparente, de evitar cualquier tipo de condena en costas a los bancos, de esa forma se reducen las cantidades a reclamar y evitan que los abogados incentiven estas reclamaciones.

  Una vez atascados los Juzgado “Ad hoc” y dictando sentencia contrarias a los humanos en relación al injusto impuesto de las hipotecas,  se mantiene el invierno y el Tribunal Supremo, sala Civil, se desdice y considera que los impuestos de las hipotecas los debe pagar el ciudadano motivando este criterio en el hecho que la Sala del Tribunal Supremo  de lo Contencioso (impuestos) considera pacíficamente que quien debe pagar el impuesto es el que pide la hipoteca y no el banco.

 Tras el Invierno frío,  en Octubre de 2018, vuelve la primavera, al parecer peleas internas hacen   que el   Tribunal Supremo, Sala Contenciosa, se desdiga de lo que había mantenido durante años y  considerar en Sentencia que el pago del  injusto impuesto de las escrituras hipotecarias corresponde al banco que es el que se queda con el original de la escritura y lo usa para ejecutar al cliente.

  Primavera corta, el inframundo que también controla la tierra, se retuerce, amenaza con plagas  y obliga a  los pequeños dioses a reunirse y recapacitar,  se reúnen en dos largos días y llegan a un acuerdo no unánime, que sin entrar en su contenido y atendiendo a su desarrollo temporal expuesto, les sitúa en un lugar muy alejado de cualquier Olimpo.

Ángel P. Díaz Cano
noviembre 2018